Despues de leer la crónica de una amiga en un ultratrail me surgen una serie de pensamientos:
Me da pena comprobar como el factor romántico de las pruebas
deportivas van desapareciendo, anteponiendo la faceta económica. La montaña
antes primaba otros valores como el compañerismo, la solidaridad, paisajes
únicos, preservar esos recursos naturales, el carácter de aventura que tiene cualquier
salida.
Ahora las carreras de montaña cuestan más pero no redunda en
la seguridad del corredor o en avituallamientos generosos o en el número de
voluntarios que por el amor a este deporte no piden nada a cambio y son los que
tienen que solventar muchos problemas que surgen a lo largo de la carrera. Los
organizadores creen que su labor acaba cuando desbalizan el recorrido dejando
todo como estaba y no todo queda como estaba porque el paso de tanta gente favorece
erosión, pisoteo de flora. En el UTMB parte de los ingresos los destina para
arreglar caminos, señalizar rutas, transmitir valores de respeto a la
naturaleza.
Actualmente (y no hablo de esta prueba solo) te hacen
presentar certificados médicos asegurando que estas en buenas condiciones y la
misma organización de la prueba te pone una caducidad a ese reconocimiento con
lo que no te puedes sacar uno que sirva para todo el año, obligando en cada
ultra que vayas te hagas un nuevo certificado médico con el consiguiente desembolso
al colegio de médicos. A la vez te obligan a firmar pliegos de descarga de
responsabilidad a la organización, librándola de lo que te pueda pasar o daños
que tu ocasiones. Increíble con lo que tenemos que tragar.
Seguro que te puedes imaginar porque han disminuido el
tiempo para realizar la carrera y ser los controles más estrictos: razones económicas.
Al disminuir el tiempo máximo para finalizar la carrera es menor el coste de
servicios (médicos y DUE contratados). No se dan cuenta que han roto el sueño
de mucha gente y que todos nos vamos haciendo mayores y cada vez somos más
lentos con lo que van excluyendo de este deporte a muchas personas
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